En las primeras décadas del siglo XX, España, a pesar de
ser un país esencialmente agrícola, tiene una de las agriculturas mas atrasadas
de Europa, la guerra civil (1936-1939) aumenta más este retraso a pesar de que
España es, en esa época, totalmente dependiente de la agricultura, y existe un
desplazamiento de población de la ciudad al campo, donde es más fácil conseguir
alimentos; debido a estas razones los precios agrícolas eran muy altos, la mano
de obra muy barata y por tanto la mecanización muy escasa. Existe hasta un
mercado negro de productos agrícolas.
A partir de los años 60 la agricultura proporcionará los
capitales (a través de bancos de depósito y comercio) y mercancías necesarias
(cambios en las políticas de producción, que ya no se dedican sólo a producir
alimentos para la población sino que también producen elementos para la
industria) para el desarrollo industrial de España, aporta hasta la mano de
obra ya que hay un éxodo de la población rural hacia las zonas
industrializadas.
El cambio viene dado por la puesta en marcha de la
concentración parcelaria, que fusiona las explotaciones aumentándolas de tamaño
y permitiendo el uso de maquinaria y abonos que permiten aumentar la producción
y disminuir la mano de obra. El segundo factor que desarrolla la agricultura es
la puesta en marcha de un plan de regadíos sustentado por el gobierno que construye
todas las infraestructuras necesarias.
No obstante, los precios agrícolas no subieron
al nivel de los industriales, los productos necesarios (abonos, etc) se
hicieron más caros, los productos agrícolas más baratos y los beneficios se
redujeron hasta casi no hacer rentables las explotaciones agrícolas en los años
70.
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